Lo recuerdo como si fuera ayer, es inmenso el saber que guarda esta mujer y me parece que fue ayer cuando asistía a sus clases, con el tiempo supe que escribía libros y versos.Paso el tiempo y como ya he dicho otras veces ha sido la primera en tener las ganas de leerme en serio, como alguien que escribía versos sin casi saber lo que hacía ni para que lo hacía.
Como he escrito por aquí alguna vez le tengo un enorme respeto que se suma al agradecimiento de haber sido la primera que pusiera intereses en algo mio, aunque eso creo... que ya lo he dicho.
Hoy justo antes de subir a grabar el programa de radio de Juan and company a Someso me tope con ella que como siempre cuando nos vemos, nos ponemos al día y es que por fin esta vez contaré con ella para que me ayuda a corregir unos versos, porque aun tiene guardado un libro de canciones de un adolescente de pelo largo y porque me produce otro enorme respeto lo mucho que ella me respeta a mi, interesándose en lo que tengo...y es que es una alegría y una aliento encontrarme con ella.
En enero de 1980 nacía César Suarez de Centi Mourin y ella escribía esto en castellano.
Perdóname el dolor, a veces
Enero, 1980
Perdóname el dolor, a veces,*
perdóname la tristeza casi siempre
y la soledad
(es así como llamo a tu ausencia).
Perdóname el silencio
y las palabras
ahora.
Perdóname la alegría si te tengo
un poco,
los encuentros, los versos,
mi pobre vida.
Perdóname la esperanza
todavía
(la tomo sin dármela
y la asumo como único alimento).
Perdóname que hable
que calle
que respire
pero nunca que te ame.
Condena mi amor, castígame por él,
quiero el infierno por patria y aposento,
que los días me torturen y conozca la fatiga,
que tus reproches me vistan de martirio,
tu fúria de sangre.
Maldita y desterrada, te seguiré queriendo
y seré, más que nunca, imperdonable.
*«Perdóname el dolor, a veces» (Pedro Salinas)
Enero, 1980
Perdóname el dolor, a veces,*
perdóname la tristeza casi siempre
y la soledad
(es así como llamo a tu ausencia).
Perdóname el silencio
y las palabras
ahora.
Perdóname la alegría si te tengo
un poco,
los encuentros, los versos,
mi pobre vida.
Perdóname la esperanza
todavía
(la tomo sin dármela
y la asumo como único alimento).
Perdóname que hable
que calle
que respire
pero nunca que te ame.
Condena mi amor, castígame por él,
quiero el infierno por patria y aposento,
que los días me torturen y conozca la fatiga,
que tus reproches me vistan de martirio,
tu fúria de sangre.
Maldita y desterrada, te seguiré queriendo
y seré, más que nunca, imperdonable.
*«Perdóname el dolor, a veces» (Pedro Salinas)
PILAR PALLARÉS, (España, 1957)
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