Ya no te espero
ni te guardo
ya no pienso en ti.
Tuvimos la gran suerte
de olvidarnos,
(aunque nunca nos acordásemos)
de nosotros,
de equivocarme yo,
(o regalarme tu espalda a mis palabras).
Y es que es una felicidad terrible
esa que se daría,
si hubieras caído en mi ombligo
(o te hubieras largado)
y yo te hubiera soplado la herida.
(o no te hubiera soplada nada ya que no estabas).
Después,
en el contexto
del favor al herido
posiblemente,
nos hubiéramos tirado
los trastos a la cabeza.
El final,
es abierto
donde tu eliges
que trastos
te hubieran gustado más
los besos,
las palabras
malsonantes o los pianos.
Elige tu propia aventura,
o la nuestra.
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