César de Centi y Alberto Mouriño: rompiendo clichés
Fuera prejuicios. Ni los recitales de poesía son anodinos, ni los cantautores son unos intensos, ni las salas de microartes son para indies entendidos. O sí, si es lo que apetece.
Pero en cualquier caso la cuestión es innovar, y César de Centi, Alberto Mouriño y La Tuerka 27 se han aliado para conseguirlo. Anoche presentaban un espectáculo en el Club 27 (la sala inferior de La Tuerka 27), en el que la palabra y la melodía se daban la mano de una forma diferente.
Alberto Mouriño, percusionista habitual de De Centi y poeta, inauguraba el especáculo bajando por la escalera al grito de “¿Quén nos move?”, título de su último poemario publicado, y desde ese momento ya nada fue lo que esperábamos… fue mejor.
Un recital de poesía interactivo, en el que el público coreaba sonriente lo que Mouriño les pedía, a golpe de chasquidos y Hangdrum (un instrumento con sonido oriental nacido en el centro de europa a principios de este siglo XXI), y desde luego los aplausos se enardecían cuanto más colaboraba la concurrencia.
Los poemas de Mouriño, a caballo entre la melancolía y la reivindicación existencial y vital, cobraron vida y sonido ayer noche. Un sonido tan beatnick, tan extremadamanete colectivo, que no sabías donde terminaba el asfalto del que el poeta habla –con esos tintes mortuorios tan verde Lorca-, y dónde empezaba el asflato personal de cada uno de los sentados entre el público.
En los dos últimos poemas, César de Centi acompañaba ya al poeta; una transición natural entre la poesía cantada y la música con poesía. Desgranando los temas de una trayectoria que dura ya más de una década –como el propio artista se encargó de recordar, casi entre risas, “porque esta es la semiprofesión más bonita del mundo”-, logró que sus canciones fuesen coreadas por el público. ¿A caso hay algo más alejado de la imagen preconcebida de cantautor?
La voz cálida y envolvente de De Centi encontró nido entre un público numeroso –ni un asiento en La Tuerka 27 anoche, parece que Coruña vuelve a ser lo que era- y su guitarra dio cobijo a esas letras que hablan del amor, del desamor, del miedo, de la vida… de ser humano, al fin y al cabo.
Una noche en la que poesía y música se confundieron, y, lo que es más importante, nos confundieron a los demás. Al fin y al cabo, de eso mismo se trataba.
Imagen: Pablo Rodríguez
Texto: María Nieto Díaz
Muchas gracias a Maria y a Pablo por ayudarnos a expandirnos, por el acto de militancia que hacen hacia la cultura.
http://corunaendirecto.com/2012/03/09/cesar-de-centi-y-alberto-mourino-rompiendo-cliches/ Aquí bien hay videos.
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